Re-vuelta a lo humano

(Comentarios a la exposición Re-vuelta a lo humano, Casa museo Antonio Nariño, Villa de Leyva-2023.)

La muestra propone una “re-vuelta”, un volver de nuevo a la figura humana, uno de los temas tradicionales de la figuración artística. La imagen no parte de una concepción realista o naturalística y se construye a través de la ausencia de límites bien definidos, sin una clara contraposición figura-fondo, aludiendo al ser humano como algo que se da en un flujo, en un campo de fuerzas que confluyen y se disipan. Este surge así, como un entretejimiento de/con su entorno, más que en una separación en oposición a él.

Esta visión entraña una “revuelta”, una inversión de la visión que tenemos de nosotros mismos: es sólo cuando estamos en disposición de escucha interior, que interior y exterior dejan de ser opuestos.

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El entendimiento que de sí mismo tiene predominantemente el ser humano pasa por la noción de “individuo”. Así, la realidad estaría constituida por entidades separadas, limitables, definibles (por “cosas”, en definitiva), y nosotros mismos, no vendríamos siendo más que una cosa entre otras.

La obviedad de esta noción contrasta con algunas de las grandes tendencias de la filosofía contemporánea. El ser humano, más que algo definido o definible (por ejemplo, como “animal racional”), pertenece al ámbito de “lo abierto” (Agamben). Somos siembre en relación con nuestro ambiente (Uexküll), con nuestro entorno (Heidegger) o “circunstancia” (Ortega y Gasset). Contrasta también con el origen mismo de la filosofía y con tradiciones muy variadas que ven lo humano como algo inmerso en un todo del que no se separa (micro y macrocosmos). El hombre sería también lo aún por cumplirse, una promesa en tensión de realización (“llega a ser lo que eres”).

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La línea, como elemento geométrico y plástico, entraña una doble naturaleza de poder ser aquello que separa y poder ser algo que une. En el primer sentido hablamos del contorno o el perímetro de una figura: aquello que distingue figura y fondo. En el segundo sentido, podemos hablar de un “camino” entre puntos, algo que une dos lugares y los puede identificar. Tenemos pues una naturaleza antinómica, dual: ambas comprensiones son a la vez presentes en su contradictoriedad y en su complementariedad.

El predominio de la línea se conjuga con el reentendimiento de lo humano en la presente exposición. La ausencia de límite, de final en la figura, alude al fenómeno humano como algo que se da en un flujo, en un campo de fuerzas que confluyen y se disipan. El ser humano surge así como un entretejimiento de/con su entorno, más que en una separación “contra” él.

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Busco en una imagen el surgimiento de su propia textura y vibración, de su riqueza y complejidad. Esta búsqueda es a la vez un acto de resistencia contra la trivialización de la imagen y la obviedad de la visión. Lo es también contra la sobresimplificación que nos lleva a ver objetos y cosas aisladas “en sí” donde hay más bien procesos de tránsito, de flujo y de simbiosis.

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Polimorfismos

El misterio de las figuras polimorfas, presentes en las más diversas culturas, nos dice algo del misterio de nuestro propio interior, de lo no fijo y no unívoco en nosotros mismos. La pluralidad de la forma así manifestada, corresponde a la no reductibilidad a una fórmula en nuestra comprensión de nosotros mismos y del mundo. Estas figuras son un llamado de nuestra propia, infinita riqueza de las profundidades. En ella se resquebraja la pobrísima visión de lo humano hoy predominante, reducida fundamentalmente a la dimensión del tener y del mercado.